martes, 21 de octubre de 2014

Suspiros

Somos suspiros en el tiempo
Y el tiempo de los suspiros se olvida
Hay suspiros bonitos
Que duran una vida
Y vidas que duran un suspiro
Hay suspiros de llantos
Suspiros de alegría
Suspiros que cantando se llevan
La pena y la agonía
Yo vivo suspirando
Porque a mi alma le consuela
No hay alma que de más pena
Que la que suspiros se hiciera
Mas seguiré suspirando
Mientras vida me quede
Que entre tantos suspiros
Que desecha la historia
Seguro que ya están aquellos
Donde dije que te quería

viernes, 10 de octubre de 2014

No es poesia, solo es mi Camino de Santiago



  Andado el Camino, una meta superada, un objetivo alcanzado, un reto rebasado, un Camino  recorrido…

  Una vez finalizado el Camino de Santiago, ya en mi Sevilla natal, toca hacer balance de lo vivido, de lo superado, de lo visto, escuchado, olido, y en fin, de todo lo sentido.

  Empezar el camino, al menos en mi caso significaba ilusión, la ilusión de enfrentarme a un reto personal; es verdad que son sólo 116 km pero aun así es un reto.

  El primer sello, la primera cuesta, los primeros caminos circundados por arboles, las diferentes razas, las diferentes culturas y los distintos idiomas en un mismo Camino, y todos con una misma frase como saludo, como apoyo, “Buen Camino”, la he escuchado cientos de veces y con cien acentos distintos pero todos sonaban tan igual….

  Finalizar cada etapa, llenaba de alegría porque tenía al alcance de mi mano cosas que a diario, en la sociedad que vivimos, parecen casi insignificantes, una ducha, un plato de comida o una cama. Con más o menos kilómetros en las piernas, con la mochila cargada de ropa más o menos sucia, con más o menos cansancio acumulado y sin embargo la ilusión de un “Buen Camino” que no se bajaba de la mochila, esa carga se llevaba con alegría y no aumentaba el peso de mi mochila, pero imprimía fuerza en mis piernas…
  Los dos últimos días de camino con un clima que no ayudaba, empapado de lluvia “débil”, acercándome a cada paso a mi destino, el camino se hacía corto, el camino se hacía rápido, el camino era un “Buen Camino”, vislumbrar Santiago desde la distancia, entre las nubes, la lluvia y los cristales sucios de unas gafas compañeras… y una pequeña sonrisa se dibujaba en mi cara… sonrisa pequeña que iba ‘in crescendo’ a medida que veía las torres de una Catedral imponente de Santiago, cuando me adentraba en la plaza del Obradoiro, una sonrisa pequeña que se hacía inmensa cuando me sabia en mi destino, en mi final de mi camino, de ese “Buen Camino” en cien acentos escuchado…  
  Entrar en la Catedral, quedarse perplejo al ver la inmensidad del Botafumeiro, abrazar al Apóstol, acordarse de los que no están, de esos que no están, pero sin embargo siempre estarán, acordarme de los míos, padres, hermanos, primos, sobrinos, de mis amigos, de… y que la sonrisa, permanezca pero que los ojos se llenen de emociones distintas, que no quiero contar pero porque es mejor sentirlo que explicarlo…
  No me extiendo más, las explicaciones sobran cuando no hay palabras para describir las emociones, las palabras sobran cuando llegas a tu destino, las palabras sobran cuando no hay nada que decir y mucho que vivir, y con las dos únicas palabras que en este viaje no sobran me despido, amigos y familiares, a todos os deseo un “Buen Camino”